Las plantas y el verano
Durante el verano la gran mayoría de plantas están en pleno crecimiento y no se las debe molestar con trasplantes y cambios de contenedor innecesarios, en particular las plantas de flor, ese gesto es más perjudicial que beneficioso, dado que al hacerlo el ejemplar puede dejar de florecer y perder los brotes que posea.
Las principales atenciones que deben de recibir se han de centrar en la cantidad y regularidad de los riegos, así como en la aportación de los nutrientes necesarios por medio del abonado.
En las épocas de calor habrá que realizar un riego diario, vale más hacer un riego regular con poco agua que anegar el substrato un día y no volver a realizar la operación hasta pasado un cierto tiempo. Hay que tratar de que el cepellón se encuentre siempre húmedo, sin llegar a encharcar. También es importante pulverizar agua en el follaje para garantizar cierta humedad en el ambiente, ya que esta se ve reducida en las épocas estivales con el aumento del calor.
En cuanto a los fertilizantes habrá que abonar con más frecuencia pero en menor cantidad. Un exceso de fertilizante es difícil de reparar, siempre será más fácil añadir un poco más si la planta no crece o la floración es pobre. Habrá que emplear el fertilizante indicado entre los disponibles en el mercado. De esta manera aportaremos todos los nutrientes necesarios para garantizar el máximo crecimiento y floración posible así como para que nuestra planta se encuentre en un estado perfecto de salud y pueda afrontar otro de los problemas que acarrea la llegada del verano, las plagas.
Impulsadas por el calor, la humedad o bien por la falta de la misma, aparecen las temidas plagas. En cuanto se haga evidente que un ejemplar está afectado por cualquier plaga habrá que actuar rápidamente. Es aconsejable separarlo del resto de plantas y a continuación, averiguar de qué mal se trata y combatirlo con un producto específico. Algo a tener en cuenta para mantener las plagas alejadas es mantener todas las plantas limpias de hojas secas, flores marchitas o tallos débiles.